El Vaticano canoniza este domingo los dos papas más venerados del siglo XX, Juan Pablo II y Juan XXIII

Ciudad del Vaticano, 26 abr (EFE).- Dos papas vivos, Francisco y el emérito Benedicto XVI, coincidirán mañana en la ceremonia de canonización en la Plaza de San Pedro de los dos papas más venerados del siglo XX, Juan Pablo II y Juan XXIII.
 
El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, anunció esta mañana la asistencia de Benedicto XVI al acto, al que se prevé que acudirán un millón de fieles, cerca de 150 cardenales, delegaciones de 92 países y 24 jefes de Estado y Gobierno.
 
El Vaticano y Roma, que han afrontado ya ceremonias multitudinarias, tienen ante si este domingo un acto de fuerte significado para la Iglesia católica ya que en la Plaza de San Pedro habrá una canonización de dos papas y contará con la presencia de dos pontífices vivos, Francisco y el emérito Benedicto XVI.
 
Para esta canonización histórica estarán en San Pedro 24 jefes de Estado y Gobierno y 23 ministros, entre ellos los reyes de España y de Bélgica, además de los presidentes de Paraguay, Honduras, El Salvador, Ecuador, Albania, Croacia, y Polonia, entre otros.
 
Desde Polonia llegará el mayor número de fieles para asistir a la canonización de quien fue el arzobispo de Cracovia, y se espera que lleguen a la capital italiana en 1.700 autobuses, 5 trenes y 58 vuelos chárter.
La organización logística a cargo de la Obra Romana de Peregrinaciones (ORP) del vicariato de Roma informó de que se esperan entre 500.000 y 800.000 personas, pero podrían llegar hasta un millón.
No todas podrán entrar en la plaza y por ello se han instalado hasta 17 pantallas gigantes en varios puntos de Roma para que los peregrinos que no puedan acceder a la plaza vaticana puedan seguir la ceremonia.
El portavoz de la oficina de prensa del Vaticano, Federico Lombardi, explicó que la Plaza de San Pedro y la Vía de la Conciliazione, la avenida que une Roma con la Ciudad del Vaticano, puede contener hasta 250.000 personas por lo que el resto tendrá que asistir en los aledaños a la canonización.
La misa estará oficiada por el papa Francisco y concelebrarán entre 130 y 150 cardenales llegados de todo el mundo para esta ocasión, así como 1.000 obispos y 870 sacerdotes se encargarán de dar la comunión.
Los más cercanos al papa serán el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, el cardenal polaco, histórico secretario de Juan Pablo II, Stanislao Dziwisz, y el obispo de Bergamo, Francesco Beschi, procedente de la ciudad natal de Juan XXIII.
La ceremonia comenzará, según se lee en el misal que el Vaticano ha distribuido, con el rezo de la Coronilla de la Misericordia a las 09.00 hora italiana (07.00 GMT), ya que este domingo se celebra la Divina misericordia, fiesta de la Iglesia católica que proclamó el papa Juan Pablo II.
Al coro de la Capilla Sixtina, presente en todas las celebraciones, en esta ocasión se le unirá la Filarmónica de Cracovia y el Coro de la diócesis de Bergamo.
La parte más importante de la ceremonia será el rito de la canonización, cuando el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato, presentará a Francisco "las tres peticiones" de canonización para ambos papas, primero con "gran fuerza", después con "mayor fuerza" y, por último, con "grandísima fuerza".
A continuación, el papa pronunciará la fórmula: "En honor de la Santísima Trinidad, por la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y de los santos apóstoles Pedro y Pablo, después de haber reflexionado largamente e invocado la ayuda divina y escuchando el parecer de muchos de nuestros hermanos obispos, declaramos santos a Juan XXIII y a Juan Pablo II".
Francisco pedirá que los papas sean inscritos en el libro de los Santos.
Posteriormente, se llevarán hasta el altar los relicarios que contienen las reliquias de los santos.
En el caso de Juan Pablo II será una ampolla con su sangre y que llevará la mujer costarricense, Floribeth Mora, cuya sanación ha servido como segundo milagro para la canonización del papa polaco.
La reliquia de Juan XXIII será un pedazo de piel desprendido durante la exhumación, y que portarán familiares del santo, entre ellos, su sobrino.
El Vaticano anunció hoy además que el papa Francisco saludará a todas las delegaciones tras la ceremonia.
Posteriormente, la basílica vaticana permanecerá abierta hasta las diez de la noche (20.00 GMT) para que los fieles visiten las tumbas de los dos papas santos.
Pero será en general una celebración sobria y solemne sin grandes fastos, ya que el único acto que ha sido programado es la "Noche de oración" que se celebrará hoy en once iglesias de Roma, donde los fieles están invitados a rezar y confesarse.
El lunes 28 de abril, en la misma Plaza San Pedro, el cardenal arcipreste de la basílica de San Pedro, Angelo Comastri, celebrará una Misa de agradecimiento por las canonizaciones.
Juan XXIII, el "papa bueno" y de la paz que convocó el Concilio Vaticano II
Juan XXIII (1958-1963), elegido para ser un pontífice de transición, se convirtió en un papa revolucionario para la Iglesia al convocar el Concilio Vaticano II y en el "papa bueno" venerado por los fieles.
Mañana, 27 de abril, llegará el reconocimiento que muchos fieles llevaban pidiendo desde su muerte el 3 de junio de 1963 y será proclamado santo junto con Juan Pablo II (1978-2005), el papa que le beatificó el 3 de septiembre de 2000.
Como en el caso de Juan Pablo II, la muerte del papa Angelo Roncalli fue acompañado de un intenso fervor popular que pedía su proclamación como santo sin pasar por un proceso, pero su causa de canonización se fue quedando atascada en la llamada "fabrica de los santos" hasta la llegada del actual pontífice, el papa Francisco.
El 5 de julio de 2013, Francisco decidió aprobar la segunda curación milagrosa por la que subiría a los altares Juan Pablo II, pero también decidió canonizar a Juan XXIII, sin que se estudiase un segundo milagro por su intercesión, como contempla la normativa vaticana.
El milagro aprobado para la beatificación de Juan XIII fue la curación de una gastritis ulcerosa hemorrágica de la monja Caterina Capitani en el año 1966.
El sobrino del papa, Marco Roncalli, biógrafo y autor de varios libros sobre el pontífice, explicó a Efe cómo la decisión de Francisco no se puede considerar un "empujón" a la canonización ya que el mismo prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato, indicó que había muchos hechos de gran interés, pero que el papa argentino decidió solo "reducir los plazos".
Marco Roncalli explicó que en una de sus conversaciones con el secretario de su tío-abuelo, el actual cardenal Loris Capovilla, éste le confió que para él esta canonización no era más que "la confirmación de todo lo que vio durante todos esos años: una santidad cotidiana y en una total normalidad".
"Era un hombre capaz de transmitir paz, una paz natural, serena, cordial, una paz que con su elección se manifestó al mundo entero", señaló Francisco al hablar de Roncalli, de quien también destacó su espíritu dialogante y diplomático
Roncalli fue representante pontificio en Bulgaria, Turquía, Grecia y Francia, antes de ser nombrado patriarca de Venecia y el 28 de octubre de 1958 elegido papa.
Son muchas las características que ahora hacen que nazcan comparaciones con el papa Francisco, pues tras su elección el 28 de octubre de 1958, con 77 años de edad, elegido para suceder a Pío XII (1939-1958), modernizó la vida en la corte vaticana, flexibilizando el protocolo y facilitando el contacto del papa con la realidad cotidiana.
Renovó el Colegio Cardenalicio al incluir representantes de zonas del mundo tradicionalmente ausentes e intensificó las relaciones diplomáticas del papado con los líderes políticos mundiales, incluyendo a los soviéticos, por lo que contribuyó a reducir la tensión entre comunistas y cristianos.
Los biógrafos destacan que Roncalli ayudó a no empeorar la situación de las relaciones entre la Iglesia cubana y el gobierno castrista, y que no hubo ninguna excomunión "ad personam" para el entonces líder cubano, Fidel Castro, como algunos han indicado.
Publicó ocho encíclicas, entre ellas "Pacem in Terris" (1963), la primera en la historia dirigida a "todos los hombres de buena voluntad", y no sólo a los creyentes.
Dos meses después del inicio de su pontificado, Juan XXIII convocó a todos los obispos del mundo a la celebración del Concilio Vaticano II, con el objetivo de promover la adaptación de la Iglesia a los nuevos tiempos y el acercamiento a las restantes religiones cristianas.
Pero para los fieles católicos, el "papa bueno" fue aquel que se asomó por sorpresa el 11 de octubre de 1962, mientras se celebraba la apertura del Concilio, y pronunció el famoso y poético "discurso de la luna".
"Cuando volváis a vuestros hogares, vuestros niños estarán durmiendo: dadles una caricia sin despertarles y explicadles después que era la caricia del papa", improvisó en un discurso que pasó a la historia.
El 3 de junio de 1963, poco después de iniciarse el Concilio, Juan XXIII moría tras una larga enfermedad, sin conocer los resultados de la asamblea que marcó el camino de la nueva Iglesia Católica.
Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, y autor de varios libros sobre la historia de los papas, resumió en declaraciones a Efe el camino a la santidad de Juan XXIII: "No necesitó un segundo milagro porque su milagro fue el Concilio Vaticano
 
Juan Pablo II, el papa que fue santo por aclamación popular
 El papa Juan Pablo II (1978-2005) será proclamado santo mañana, domingo, tras un rápido proceso de canonización, aunque los fieles ya lo habían ascendido a los altares tras el "santo subito" (santo ya) que a su muerte resonó en la Plaza de San Pedro.
El conocido como "papa de los récords", con sus 26 años de pontificado y 104 viajes fuera de Italia, también habrá tenido el proceso de canonización más rápido de la historia y será santo sólo nueve años después de su muerte, el 2 de abril de 2005.
La medida fue posible gracias a su sucesor, Benedicto XVI (2005-2013), quien retiró una norma que obligaba a esperar cinco años antes de que pudiera iniciarse el proceso para la canonización.
Así, Karol Wojtyla, compartirá el día de la canonización con Juan XXIII (1958-1963) y ambos se convertirán así en los otros dos pontífices proclamados santos en los últimos cien años junto con Pío X (1903-1914), quien fue canonizado el 3 de septiembre de 1954, durante el pontificado de Pío XII (1939-1958).
La canonización del papa polaco (1920-2005) ha llegado en tiempo récord, pero ha seguido todos los pasos marcados por la Iglesia, entre ellos los dos milagros necesarios para ascender a los altares.
Pero la canonización popular ya llegó el 8 de abril de 2005, cuando durante su funeral en la Plaza de San Pedro aparecieron pancartas de los fieles que espontáneamente proclamaban santo a Juan Pablo II sin parecer importar la necesidad de un proceso.
Además de la espontaneidad de los fieles que ya le rendían culto como a un santo, fueron también muchos los que pidieron oficialmente que se elevara a los altares a Wojtyla, como Chiara Lubich, fundadora del movimiento de los Focolares, pero también los cardenales reunidos antes del cónclave que eligió a Benedicto XVI se expresaron a favor.
Ese papa heredó esta difícil petición popular para la canonización de su predecesor y amigo, pero, a pesar de ello, no quiso saltarse las reglas para no sentar ningún precedente y como hizo Juan Pablo II con la madre Teresa de Calcuta, se limitó a eliminar la norma de los cinco años, pero confió el proceso a los tribunales eclesiásticos.
En mayo de 2011 la Congregación para las Causas, el organismo del Vaticano que evalúa a los candidatos a la santidad, consideró como primer milagro el caso de la monja francesa y enfermera Marie Simon Pierre, de 51 años, quien según la comisión médica se curó de manera inexplicable de la enfermedad de Parkinson, la misma que sufrió Wojtyla en los últimos años de vida.
Ese mismo mes se celebraba la ceremonia de beatificación en la Plaza de San Pedro a la que acudieron cerca de un millón de personas y delegaciones de casi todos los países del mundo.
En una reciente entrevista Slawomir Oder, el postulador de la causa de canonización de Wojtyla, explicó: "Durante el proceso, he recibido decenas de miles de indicaciones de gracias atribuidas a la intercesión de Juan Pablo II".
"Cada una de ellas es seguramente importante porque habla de la vida de alguien que ha cambiado cuando se ha dirigido en momentos de necesidad al papa y ha notado su presencia y potencia. Pero no todas corresponden exactamente a los criterios de un procedimiento canónico", aseguró.
Una de estas historias fue la que eligió Oder para que se convirtiera en el segundo milagro: la curación de una mujer de Costa Rica que había sufrido una seria lesión cerebral incurable, según el equipo médico al que consultan los cardenales y obispos de dicho organismo.
A la costarricense Floribeth Mora, de 50 años, se le diagnosticó un aneurisma cerebral el 14 de abril de 2011 con escasas esperanzas de vida.
La mujer relató que el 30 de abril de 2011 asistió a misa y a una procesión en su comunidad en la vigilia de la beatificación de Juan Pablo II y al día siguiente oyó una voz que le decía: "levántate, no tengas miedo" y de repente se sintió de nuevo perfectamente.
Según Andrea Riccardi, historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio, en el proceso de canonización de Juan Pablo II hubo testimonios críticos, pero "esto demuestra que ha sido un proceso serio".
El libro "La santidad del Papa Wojtyla", escrito por el exministro y fundador de la Comunidad de San Egidio (conocida como la "ONU de Trastevere", por el histórico barrio romano donde tiene su sede) revela cómo no todos estuvieron de acuerdo en el proceso de canonización más rápido de la historia.
Riccardi recordó a Efe esta semana cómo de los 114 testigos que fueron escuchados durante el proceso de beatificación y después canonización del papa polaco "no todos fueron positivos".
Entre ellos destaca el testimonio del arzobispo de Milán, el cardenal Carlo Maria Martini, jesuita, reconocido intelectual de carácter progresista y fallecido en 2012, que "expresó su perplejidad por la necesidad de canonizar al papa polaco y expresó sus críticas, por ejemplo por relativizar las iglesias locales".
"Yo no encuentro nada de escandaloso en ello, porque cuando se hace un proceso también a grandes figuras se necesita decir la verdad sobre todo lo que se piensa y que se ha vivido, y esto demuestra que ha sido un proceso serio", explicó Riccardi. EFE
Autor: Juan Lara
publicada 26/4/14

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