La pandemia de Coronavius ha tocado todos los estratos sociales en el mundo. En República Dominicana a la parte espiritual le ha tocado una buena cuota, el Periódico Listan Diario publica un trabajo especial, donde informa la cantidad de sacerdotes que han sido contagiados por Covid-19, del cual nos hacemos eco.
Ramón
Urbáez/Especial para Listín Diario
Santo
Domingo, RD
Un obispo y
por lo menos siete sacerdotes de la arquidiócesis de Santo Domingo y la
diócesis de La Vega, guardan cuarentena en sus hogares o recluidos en centros
médicos, luego que resultaran positivos a las pruebas del covid-19. En tanto se
ha informado que varias religiosas de distintas congregaciones también han dado
muestras de contagio.
Hace apenas
tres días, falleció en el Hospital Ramón de Lara, de San Isidro, el sacerdote
Luciano Frías Jerez, de 42 años, a causa del coronavirus, y por igual murió ese
mismo día miércoles la religiosa sor María Sandra Reyes, de la comunidad de
Schoenstatt, de La Victoria, luego que sufriera algunas complicaciones de salud
a causa del coronavirus.
Debido al
rebrote del coronavirus, mayormente en el Gran santo Domingo, Santiago, La Vega
y San Francisco de Macorís, distintas iglesias están considerando regresar a
las misas sin fieles de manera virtual, como se hizo al principio de la
pandemia. El primero en comunicar esta intención a sus fieles fue el padre José
A. Castillo, párroco de la iglesia de Las Palomas, una comunidad de Licey Al
Medio, Santiago.
El propio
obispo auxiliar de Santo Domingo, Jesús Castro Marte, recién designado al
frente de la diócesis de La Altagracia por el Papa Francisco, anunció la noche
del jueves que había dado positivo a la prueba del coronavirus, mientras que
este viernes se confirmó que cuatro frailes de la comunidad Pobres de San
Francisco, fundada por el sacerdote capuchino fray José Guerrero, dieron positivo al covid-19.
Se ha
programado que el obispo Castro Marte sea entronizado en la diócesis de La
Altagracia (Higüey) este 18 de julio, pero es muy probable que la toma de
posesión sea pospuesta debido la nueva situación que se ha presentado en el
estado de salud del prelado, quien al momento de ser designado en Higüey
ocupaba varios cargos en la Arquidiócesis de Santo domingo, como rector de la
de Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), vicario territorial de Santo
Domingo Norte, Vicario del Clero y asesor de bioética de Cedimat, entre otros.
Los frailes
Víctor Manuel Polanco, Miguel Ángel de León, Antonio de los Santos y Miguel
Custodio, hacen vida comunitaria y se preparan para ser ordenados sacerdotes.
Residen en un barrio marginado del Caliche de Villa, dedicados al estudio y al trabajo
social con los más pobres de ese sector.
En Santo
Domingo, además, se encuentra afectado por el coronavirus el padre Catalino
Tejeda, capellán general de la Policía Nacional y párroco de la parroquia El
Buen Pastor, del sector Evaristo Morales, mientras que en La Vega ha sido
ingresado a un centro médico privado el padre Brunel Drago, vicario de la
parroquia Santa Rosa de Lima, de Rincón, cuyo párroco es el padre Rafael
Delgado Suriel (Chelo), director del canal de televisión La Voz de María.
En la
República Dominicana y en todo el mundo, al igual que los médicos y el personal
paramédico enviado al frente en esta "guerra" contra el coronavirus,
los sacerdotes, a menudo llamados "médicos de las almas", están
particularmente expuestos al covid-19.
Como el
resto de la sociedad, están llamados a la prudencia y al civismo y deben
adaptar las condiciones para el ejercicio de su ministerio, pero una vocación
basada en la imitación de Cristo, que se encarnó en la condición humana hasta
el punto de una muerte humillante, no puede ignorar el contacto humano, con
todas las alegrías y los riesgos que esto implica,
En todos
países donde aún no se puede celebrar una misa pública, muchos sacerdotes
siguen prestando el servicio de comunión a los enfermos y a los ancianos,
manteniendo la continuidad de una vocación basada en la entrega de sí mismo.
El covid-19
contra la iglesia.
El exceso de
mortalidad en el clero en todo el mundo, principalmente en europa y estados
Unidos, es muy difícil de cuantificar con precisión, ya que la situación cambia
a cada hora y la información, país por país, no está centralizada. El país con
el censo más exacto es Italia, donde L'Avvenire, un diario vinculado a la
Conferencia Episcopal, contó 96 sacerdotes fallecidos hasta el 5 de abril.
El umbral de
100 muertes en el clero italiano se ha cruzado probablemente desde esa fecha, y
entre ellos el obispo Angelo Moreshi, Vicario Apostólico de Gambella en
Etiopía, que murió el 25 de marzo en Brescia. Las edades de estos sacerdotes
oscilan entre 55 y 104 años, pero también se han hospitalizado sacerdotes más
jóvenes, a veces en condiciones graves, y algunos siguen luchando por su
supervivencia.
El exceso de
mortalidad también se observa en Francia, país que recientemente ha cruzado el
umbral de 10.000 muertes en su población general, se han notificado muchas
muertes de sacerdotes y religiosos. Entre éstos han varias personalidades de
renombre nacional, como el Padre François de Gaulle, sobrino del General de
Gaulle, miembro de la Sociedad de Misioneros de África.
Unos doce
sacerdotes jesuitas han fallecidos en Francia. El padre Henri Madelin, que
murió en Lille el 8 de abril a la edad de 83 años, fue una figura emblemática
de la presencia de la Compañía de Jesús en la vida intelectual francesa. En lo
que respecta a las diócesis y otras comunidades religiosas, es imposible
elaborar una lista precisa, sobre todo porque, al igual que en la población
general, a falta de pruebas disponibles, algunos casos sospechosos no han dado
lugar a un examen y, por lo tanto, no se registran oficialmente.
El frente
epidémico más grave concierne ahora a los Estados Unidos, donde se temen miles
de muertes en los próximos días, según el propio presidente Donald Trump. En
Nueva York, el primer sacerdote en morir fue el Padre Jorge Ortiz-Garay,
incardinado en la diócesis de Brooklyn, y el padre Gioacchino Basile, de 60
años. Todos estos sacerdotes fallecidos, como los que están muriendo
actualmente por otras patologías, son enterrados en la más estricta privacidad,
debido a las reglas de confinamiento, pero serán objeto de posteriores tributos
públicos.
Comentarios
Publicar un comentario