AVIENTO

 

Por José Luis Ogando Martínez

 


José Luis Rodriguez


AVIENTO

El tiempo de Adviento, posee una doble índole: es el tiempo de preparación para la solemnidad de Navidad, en la que se celebra la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y al mismo tiempo, por medio de esta recordación, el espíritu se orienta a la espera de la segunda venida de Cristo al final de los tiempos (Parusía). Por estas dos razones, el tiempo de Adviento se presenta como un tiempo de piadosa y alegre expectación.

Adviento es el tiempo oportuno y privilegiado para escuchar el anuncio de la liberación de los pueblos y de las personas. En él se percibe una invitación a dirigir el ánimo hacia un porvenir que se aproxima y se hace cercano, pero que todavía esta por llegar.

Tiempo para descubrir que nuestra vida pende de unas promesas de libertad, justicia, de fraternidad todavía sin cumplir; tiempo de vivir la fe como esperanza y como expectación, tiempo de sentir a Dios como futuro absoluto del hombre.

Para eso contamos con tres grandes modelos;

Primera semana, el profeta Isaias,

durante el Adviento oímos la voz eminente profética de la tradición bíblica, a través de su representante principal, Isaias; una voz henchida de esperanza.

La conciencia profética del pueblo de Dios no sólo recuerda el pasado, sino, sobre todo, anuncia el futuro aún pendiente de la humanidad y de la acción de Dios. Anuncia una liberación que viene del cielo y de la tierra, de Dios y de los hombres.

Segunda y tercera semana, aparece Juan Bautista. Juan es la figura que marca la línea divisoria entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre el tiempo antes y después de Cristo. El mensaje de Juan Bautista de conversión para preparar el pueblo de Israel a recibir al Mesías. <<Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos>>. Juan nos llama al desierto, a salir de las ocupaciones que no nos dejan escuchar a Dios, para emprender un camino de conversión existente y radical, en vistas a recibir al Esperado de las naciones y ser digno de él.

Cuarta semana, Maria ocupa un lugar privilegiado como corresponde a su persona y misión tan inefables dentro del designio histórico salvífico. La Anunciación es evocada como la representación más expresiva del misterio de la fe de Maria y su maternidad natural-sobrenatural.

En ella se cumplen todas las promesas, ella es portadora del autor de la vida. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. (Prefacio IV de Adviento).

En tiempo de Adviento se emplearán el órgano y los otros instrumentos musicales, y también se adornará el altar con flores, con la moderación que conviene a la índole de este tiempo, sin adelantarse a la plena alegría de la Navidad del Señor.

El color litúrgico es el violeta o morado, el domingo III de Adviento puede usarse el rosado.

(Libros consultados: Ceremonial de los Obispos, Misal del Vaticano II, Misal de la Comunidad, Calendario Litúrgico Pastoral).

 30 de noviembre, 2020

 

 

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