“No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”, es el lema y título del mensaje del Santo Padre hecho público hoy con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada año el tercer domingo de octubre y que se conoce como DOMUND
Fuente/Vatican News
“Cuando
experimentamos la fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de
Padre en nuestra vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y
compartir lo que hemos visto y oído”. Con estas palabras comienza el mensaje
del Santo Padre para la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra cada
año el tercer domingo de octubre y que firmó el pasado 6 de enero, Solemnidad
de la Epifanía del Señor, en San Juan de Letrán.
Francisco
recuerda que “la relación de Jesús con sus discípulos, su humanidad que se nos
revela en el misterio de la encarnación, en su Evangelio y en su Pascua nos
hacen ver hasta qué punto Dios ama nuestra humanidad y hace suyos nuestros
gozos y sufrimientos, nuestros deseos y nuestras angustias”. Y añade:
“Todo en
Cristo nos recuerda que el mundo en el que vivimos y su necesidad de redención
no le es ajena y nos convoca también a sentirnos parte activa de esta misión:
`Salgan al cruce de los caminos e inviten a todos los que encuentren’. Nadie es
ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor de compasión”
La experiencia de los apóstoles
Tras recordar que “la historia de la evangelización comienza
con una búsqueda apasionada del Señor que llama y quiere entablar con cada
persona, allí donde se encuentra, un diálogo de amistad”, el Papa escribe “el
amor siempre está en movimiento y nos pone en movimiento para compartir el
anuncio más hermoso y esperanzador”.
Fratelli tutti
El Santo Padre escribe que “con Jesús hemos visto, oído y
palpado que las cosas pueden ser diferentes”. Y agrega que “Él inauguró, ya
para hoy, los tiempos por venir recordándonos una característica esencial de
nuestro ser humanos, tantas veces olvidada: `Hemos sido hechos para la plenitud
que sólo se alcanza en el amor’. Tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de
impulsar iniciativas y forjar comunidades a partir de hombres y mujeres que
aprenden a hacerse cargo de la fragilidad propia y la de los demás, promoviendo
la fraternidad y la amistad social”
.“La comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que
recuerda con gratitud que el Señor nos amó primero. Esa ‘predilección amorosa
del Señor nos sorprende, y el asombro – por su propia naturaleza – no podemos
poseerlo por nosotros mismos ni imponerlo. Sólo así puede florecer el milagro
de la gratuidad, el don gratuito de sí”
Después de aludir a los tiempos difíciles que atravesaron
los primeros cristianos cuando comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y
complicado, el Obispo de Roma recuerda que “los límites e impedimentos se
volvieron también un lugar privilegiado para ungir todo y a todos con el
Espíritu del Señor”.
Comentarios
Publicar un comentario