Hoy se conmemora a San Etelberto de Kent, rey católico de Inglaterra

Hoy se conmemora a San Etelberto de Kent, rey católico de Inglaterra

San Etelberto fue rey de Kent, territorio ubicado al sudeste de la Inglaterra medieval, hacia finales del siglo VI e inicios del VII.

 

Según la tradición, estuvo casado con una princesa cristiana llamada Berta, cuya piedad y amables virtudes la llevarían a la santidad. Al conocerla, el rey quedó deslumbrado. No obstante, Etelberto no conoció el cristianismo a través de ella, sino gracias al testimonio y la cercanía espiritual que San Agustín de Canterbury y sus misioneros le brindaron. Ellos habían sido enviados por el Papa San Gregorio Magno a evangelizar la Isla.

 

Cuando el grupo de misioneros llegó al pueblo de Thanet, en Kent, fue inmediatamente recibido por Etelberto. Agustín y sus acompañantes le dieron explicaciones sobre el porqué de su presencia, comunicando al rey cuál era el deseo del Papa. Luego de aquel encuentro, el Santo les concedió permiso para predicar en su reino, y los puso al cuidado de la iglesia de San Martín para que se establecieran en ella.

 

Las conversiones empezaron a multiplicarse desde aquel momento, y no pasaría mucho tiempo para que el rey y su corte recibieran el bautismo, en Pentecostés del año 597.

 

San Etelberto concedió permiso para la construcción de nuevas iglesias y apoyó la reconstrucción de antiguos templos y monasterios. Algunas diócesis, como la de Rochester, florecieron en santidad y se convirtieron en ejes de la cristianización de Inglaterra.

 

Tras 56 años de reinado, San Etelberto falleció en el año 616.

 

Fue sepultado en la Iglesia de San Pedro y San Pablo, donde descansan también los restos de su esposa, la reina Santa Berta.

De las Demostraciones de Afraates, obispo

(Demostración 11, Sobre la circuncisión, 11-12: PS 1, 498-503

 

LA CIRCUNCISIÓN DEL CORAZÓN

 

La ley y la alianza antiguas fueron totalmente cambiadas. Primeramente, el pacto con Adán fue sustituido por el de Noé; más tarde, el concertado con Abraham fue reformado por el de Moisés. Mas como la alianza mosaica no fue observada, al llegar la plenitud de los tiempos vino la nueva alianza, ésta ya definitiva. En efecto, el pacto con Adán se basaba en el mandato de no comer del árbol de la vida; el de Noé en el arco iris; el de Abraham, elegido por su fe, en la circuncisión, como sello característico de su descendencia; el de Moisés en el cordero pascual, propiciación para el pueblo.

 

Todas estas alianzas eran diversas entre sí. Ahora bien, la circuncisión grata a los ojos de aquel de quien procedían todas estas alianzas es la que dice Jeremías: Circuncidad el prepucio de vuestros corazones. Pues si el pacto concertado por Dios con Abraham fue firme, también éste es firme e inmutable, y ninguna ley se le puede añadir, ya venga de los que están fuera de la ley, ya de los que están sometidos a la ley.

 

Dios, en efecto, dio a Moisés la ley con todas sus observancias y preceptos, mas, como ellos no la observaron, anuló la ley y sus preceptos; prometió que había de establecer una nueva alianza, la cual afirmó que sería distinta de la primera, por más que él mismo sea el autor de ambas. Y ésta es la alianza que prometió darnos: Todos me conocerán, desde el pequeño al grande. Y en esta alianza ya no existe la circuncisión carnal como signo de pertenencia a su pueblo.

 

Sabemos con certeza, queridos hermanos, que Dios impuso, en las diversas generaciones, unas leyes, que estuvieron en vigor hasta que él quiso y que más tarde quedaron anuladas, tal como dice el Apóstol, a saber, que el reino de Dios subsistió antiguamente en multitud de semejanzas, según las diversas épocas.

 

Ahora bien, nuestro Dios es veraz y sus preceptos son fidelísimos; por esto cada una de las alianzas fue en su tiempo firme y verdadera, y los circuncisos de corazón viven y son de nuevo circuncidados en el verdadero Jordán, que es el bautismo para el perdón de los pecados. Jesús, hijo de Nun, o sea Josué, circuncidó al pueblo por segunda vez con un cuchillo de piedra, cuando él y su pueblo atravesaron el Jordán; Jesús, nuestro salvador, circuncida por segunda vez, con la circuncisión del corazón, a todos los que creen en él y reciben el baño bautismal, los cuales son circuncidados con la espada, que es la palabra de Dios, más tajante que espada de dos filos.

 

Jesús, hijo de Nun, introdujo al pueblo en la tierra prometida; Jesús, nuestro salvador, ha prometido la tierra de la vida a todos los que atraviesen el verdadero Jordán, crean y sean circuncidados en su corazón.

 

Dichosos, pues, los que han sido circuncidados en el corazón y han renacido de las aguas de la segunda circuncisión; éstos recibirán la herencia junto con Abraham, guía fidedigno y padre de todos, ya que su fe le fue reputada como justicia.


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