FÉLIX = “Feliz o afortunado”
(Latino)
Nació en Nicosia el 5 de noviembre de
1715. Su padre era zapatero y él mismo trabajó desde joven en una zapatería.
Muy piadoso y religioso desde su
infancia, aspiraba a la vida religiosa y, cuando murieron sus padres, acudió a
los capuchinos solicitando el ingreso, pero no fue admitido. Perseveró en su
pretensión durante años hasta que fue admitido en 1743 en el convento de
Mistretta, donde hizo la profesión religiosa como hermano lego y tomó el nombre
de fray Félix de Nicosia. Enviado al convento de Nicosia, acompañó primero al
hermano limosnero por las calles de la ciudad y luego fue hortelano, cocinero,
zapatero, enfermero, portero y sobre todo, durante más de cuarenta años,
limosnero, oficio éste que le permitió ponerse en contacto con mucha gente a la
que edificó e hizo mucho bien. Su exquisita espiritualidad y grandes virtudes,
como la humildad, la mansedumbre, la caridad, atrajeron hacia él la atención de
los fieles, que se encomendaban a sus oraciones y decían recibir de Dios por
medio de ellas grandes favores, incluso milagros. El guardián del convento
sometió muchas veces a prueba su obediencia y humildad, comprobando que fray
Félix era en efecto tan santo como parecía. Llevaba una vida austerísima, con
grandes ayunos y mortificaciones. Devotísimo de la eucaristía, se pasaba no
pocas horas de la noche ante el sagrario, y era asimismo muy fervorosa su
devoción a la Virgen María.
Murió en su convento de Nicosia el 31
de mayo de 1787. Fue beatificado por el papa León XIII el 12 de febrero de
1888, y canonizado por el papa Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005.
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