De los sermones de san Pedro Crisólogo, obispo (Sermón 148: PL 52, 596-598)


EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN

De los sermones de san Pedro Crisólogo, obispo

(Sermón 148: PL 52, 596-598)


EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN


El hecho de que una virgen conciba y continúe siendo virgen en el parto y después del

parto es algo totalmente insólito y milagroso; es algo que la razón no se explica sin una

intervención especial del poder de Dios; es obra del Creador, no de la naturaleza; se trata

de un caso único, que se sale de lo corriente; es cosa divina, no humana. El nacimiento de

Cristo no fue un efecto necesario de la naturaleza, sino obra del poder de Dios; fue la

prueba visible del amor divino, la restauración de la humanidad caída. El mismo que, sin

nacer, había hecho al hombre del barro intacto tomó, al nacer, la naturaleza humana de un

cuerpo también intacto; la mano que se dignó coger barro para plasmarnos también se

dignó tomar carne humana para salvarnos. Por tanto, el hecho de que el Creador esté en

su criatura, de que Dios esté en la carne, es un honor para la criatura, sin que ello

signifique afrenta alguna para el Creador.

Hombre, ¿por qué te consideras tan vil, tú que tanto vales a los ojos de Dios? ¿Por qué

te deshonras de tal modo, tú que has sido tan honrado por Dios? ¿Por qué te preguntas

tanto de dónde has sido hecho, y no te preocupas de para qué has sido hecho? ¿Por

ventura todo este mundo que ves con tus ojos no ha sido hecho precisamente para que

sea tu morada? Para ti ha sido creada esta luz que aparta las tinieblas que te rodean; para

ti ha sido establecida la ordenada sucesión de días y noches; para ti el cielo ha sido

iluminado con este variado fulgor del sol, de la luna, de las estrellas; para ti la tierra ha

sido adornada con flores, árboles y frutos; para ti ha sido creada la admirable multitud de

seres vivos que pueblan el aire, la tierra y el agua, para que una triste soledad no

ensombreciera el gozo del mundo que empezaba.

Y el Creador encuentra el modo de acrecentar aún más tu dignidad: pone en ti su

imagen, para que de este modo hubiera en la tierra una imagen visible de su Hacedor

invisible y para que hicieras en el mundo sus veces, a fin de que un dominio tan vasto no

quedara privado de alguien, que representara a su Señor. Más aún, Dios, por su

clemencia, tomó en sí lo que en ti había hecho por sí y quiso ser visto realmente en el

hombre, en el que antes sólo había podido ser contemplado en imagen; y concedió al

hombre ser en verdad lo que antes había sido solamente en semejanza.

Nace, pues, Cristo para restaurar con su nacimiento la naturaleza corrompida; se hace

niño y consiente ser alimentado, recorre las diversas edades para instaurar la única edad

perfecta, permanente, la que él mismo había hecho; carga sobre sí al hombre para que no

vuelva a caer; lo había hecho terreno, y ahora lo hace celeste; le había dado un principio

de vida humana, ahora le comunica una vida espiritual y divina. De este modo lo traslada

a la esfera de lo divino, para que desaparezca todo lo que había en él de pecado, de

muerte, de fatiga, de sufrimiento, de meramente terreno; todo ello por el don y la gracia

de nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con el Padre en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios, ahora y siempre y por los siglos inmortales. Amén.

SAN PEDRO CRISÓLOGO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA 


                 ORACIÓN 


Oh Dios, que hiciste a san Pedro Crisólogo, obispo, insigne predicador del Verbo encarnado, concédenos meditar siempre este misterio de salvación y manifestarlo en nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.


Comentarios